Querido Luis:
Nuestra querida Xiomara nos ha precedido en la marcha hacia la Casa del Padre Celestial. En nuestro lado humano nos duele su partida, su ausencia física.
Más, bendito sea Dios por nuestra Fe, que nos recuerda la promesa del Señor:
“…el que cree en mí, aunque muera, tendrá vida eterna…”
Y confiados en esa promesa es como el Señor restaura nuestras fuerzas y nos levanta para continuar transitando por el camino de la vida, tomados de la mano de María Santísima, con la mirada puesta en el cielo, en la esperanza del reencuentro.
Desde el cielo ahora ella vela por ti y por su amada familia. Te toca a ti -ahora- amar por los dos; y disfrutar de tu bella familia, el fruto de ese gran amor que tiene el color de la Esperanza: verde, como aquel vestido que llevaba la que se robó tu corazón.
